Día de suerte, oro.

Al contrario de los que pasaba con nuestro anteior post sobre los "Días de suerte" la historia relacionada con ésta fotografia tiene otros rivetes.

Jeroen van Bergeijk es un periodista neozeolandes, que acompañando a su esposa a un seminario sobre enología, en Australia, decidió despuntar su hobby de buscar metales por los alrrededores de la cabaña que había alquilado; sabiéndo que la zona de Perth, es famosa por ser un lugar de referencia para los buscadores de oro.
El tema es que cierto día, la luz del buscador de metales se le encendió y creyendo que era otro ínfimo pedacito de metal, decidió cavar para encontrarla, ya que por la señal, parecía estar cerca de la superficie.



Luego de cavados apenas 25 cm, en un suelo rocoso y arenoso se llevó la gran sorpresa.
Descubrió que la señal de su aparato no solo era por la cercanía a la superficie, sino por el tamaño de la pieza. Aunque en principio creyó, como otras veces, que sería un trozo de basura metáliza enterrada, poco a poco a medida que lo iba descubriendo y la pepita se iba dejando ver, se dió cuenta que tenía algo grande entre manos.

En principio sin creer mucho en su suerte, y en sus conocimientos, ya que nunca había visto al oro en estado natural, la guardó sin mucho cuidado entre las compras que había realizado junto a su esposa el día anterior. La gran sorpresa fue cuando un comprador de oro local, le certificó que lo que había encontrado resultó ser la tercer pepita de oro más grande encontrada de la que se tenga registro. Algo así como 23 kilos de oro con una pureza del 92%, con un valor aproximado de u$s 800.000 al valor de EEUU.

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