A los que no se acuerden, porque la edad les pegó mal, o a los menores, les cuento que era una especie de laberinto en el que uno se mete, básicamente para que lo asusten, bien asustado!
Recuerdo especialmente uno instalado en el Torreón del Monje, en Mar del Plata, al que peregriné verano tras verano en mi más tierna adolescencia, para pegarme unos menudos cagazos y del que guardo aún graciosas anécdotas, pero buehh me fui de tema.
Estos muchachos de "la Fábrica del miedo de Medianoche", tal su traducción, que se encuentra en la ciudad pegada a las cataratas del Niagara, en Canadá le agregaron el detalle de sacarles fotos a los paseantes, en el momento preciso en que son asustados... y aquí algunos de sus graciosos resultados.
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